Recuerdo las tardes de té y rosas. Aquellos placeres mundanos cargados de violencia contenida, belleza sublime y refinada inconsciencia. También recuerdo el olor a metal, a polvo y a madera quemada. Aquellas tardes siempre volverán. Para tí, para mí, o para ambos. Pero volverán.
No hay comentarios:
Publicar un comentario